Cúpulas en flor

10.12.2019

Condición: El relato ha de empezar con "Mercedes visitó por última vez la tumba de su padre".


Mercedes visitó por última vez la tumba de su padre antes de marcharse al aeropuerto. Habían transcurrido seis meses desde que aquella larga enfermedad, que tanto tiempo lo había postrado en cama, se lo había llevado a un lugar mejor. Mercedes había visitado aquella tumba todas las semanas desde aquel trágico día, contándole sus problemas del día a día, sus aspiraciones y sus miedos. Toda su vida había girado en torno a él, pues su madre había muerto en el parto y, debido a los cuidados intensivos que requería su padre, nunca había tenido tiempo para formar una familia. Aunque sus investigaciones en el campo de la botánica eran conocidas en todo el mundo, Mercedes no podía permitirse el lujo de viajar a congresos o realizar investigaciones de campo en otros países. No soportaba la idea de alejarse de él y que a su regreso se hubiese marchado. Tras su muerte, se encontró con un vacío existencial en su vida que ni sus proyectos personales ni sus amistades pudieron llenar. Por eso, cuando le llegó la carta de la ESA invitándola a formar parte de la expedición tripulada a Marte en calidad de botánica de la colonia Europa, Mercedes decidió aceptar. Creía que una nueva vida en el planeta rojo le permitiría dejar atrás su pasado y aportar su granito de arena a la humanidad.

El viaje interplanetario de cuatro meses se le hizo eterno. La emoción del despegue pronto se esfumó, y la rutina se apoderó de los veinte tripulantes del transbordador, que engrosarían las filas de los pioneros que llevaban cinco años en la colonia. Mercedes, deseosa de socializar tras su pasada y obligada vida eremita, estableció relaciones estrechas con todos ellos. Las perspectivas de su nueva vida le agradaban. Vivirían en un sistema de cúpulas interconectadas, cada una con una función específica. Su trabajo sería mantener los cultivos de la cúpula vivero, un vergel artificial que proporcionaba alimentos a los colonos. Mercedes solía quedarse contemplando por la ventana del transbordador el árido e inhóspito planeta rojo, cada vez más cercano y abrumador, pensando en la vida que le depararía su nuevo hogar.

El aterrizaje fue brusco, pero sin complicaciones. Los colonos fueron recibidos calurosamente por los anfitriones, que los condujeron en astromóvil hasta la colonia y les explicaron su funcionamiento. Mercedes estaba fascinada. La escasa gravedad del planeta le permitía dar grandes saltos, y no veía el momento de quedarse sola para juguetear con ella. Acostumbrada a la comida envasada, la cena caliente le sentó de maravilla, y el alojamiento le resultó inesperadamente cómodo. Durante su primera noche marciana, aunque apenas pudo dormir, sintió que había tomado la decisión correcta al mudarse de planeta.

Los días transcurrieron y se convirtieron en meses. El trabajo de Mercedes en la cúpula vivero resultó fructífero. Andrés, su compañero de trabajo, era amable y diligente. Juntos lograron reducir la necesidad de riego a más de la mitad sin comprometer la cosecha, granjeándose las alabanzas del director de la colonia. Su relación acabó estrechándose con el tiempo y, aunque las relaciones estaban prohibidas en la colonia, acabaron prometiéndose que a su vuelta a la Tierra se casarían y formarían una familia. Sin embargo, esa vuelta nunca sucedió. Tres meses después de prometerse, la colonia Europa fue asolada por una lluvia de meteoritos que destrozó varias cúpulas, entre ellas la cúpula vivero, donde Andrés y Mercedes se encontraban trabajando. Las temperaturas gélidas y la irrespirable atmósfera marciana segaron sus vidas. Antes de morir, Mercedes vio pasar ante sus ojos fugaces imágenes de su padre jugando con ella en el jardín, cuando todavía podía caminar. Recordó solo los momentos felices, los que más intensamente atesoraba. Su vista se fijó en las flores congeladas y su último pensamiento fue el lamento de no poder llevarle una flor de Marte a su padre.

Tras la tragedia, la misión fue cancelada y los colonos supervivientes regresaron a la Tierra, no sin antes dar sepultura a los caídos bajo el pardo suelo marciano. Mercedes y Andrés fueron enterrados en la cúpula vivero, rodeados de las plantas congeladas que habían cultivado. Y así fue como, enterrados a millones de kilómetros de distancia, Mercedes pudo finalmente reencontrarse con su padre.

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